Gobernanza y Gobernabilidad se han utilizado desde el siglo XIV como términos equivalentes, a finales del siglo XX – esencialmente a partir del informe de la Comisión Trilateral (Trilateral Commission) en 1975, y luego también con el aporte de otras instituciones tales como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización de Estados Americanos (OEA) y distintos autores y académicos – comenzó a vislumbrarse la diferencia entre ambos conceptos, aunque sigan siendo multidimensionales y «…polisémicos, en torno al cual existen tantas definiciones como autores…», como indica Elkin Velázquez M., en «La Gobernabilidad y la gobernanza de la seguridad ciudadana: Hacia una propuesta operacional, Borradores de Método, 48 (2007)».
La cuestión de asir estos conceptos con mayor exactitud no es menor, ya que implica una más fina capacidad de análisis y entendimiento sobre la articulación y dinámica de las riendas verticales y horizontales de las sociedades, y el desarrollo humano de quienes las componen. El tema asume particular relevancia actual, puesto que – como lúcidamente insinuado por Joan Prats i Català en «Gobernabilidad democrática para el desarrollo humano, Marco conceptual y analítico. Revista Instituciones y Desarrollo 10 (2001)» – existe un fuerte contraste entre el nivel de desarrollo de globalización económica y una suerte de provincialismo político (o «parroquialismo nacionalista», según los términos del Informe de la Comisión Trilateral) con el cual se intenta dar respuesta a los nuevos escenarios.
Para comprender las diferencias entre los conceptos de «Gobierno», «Gobernanza» y «Gobernabilidad», quizás la vía más directa sea utilizar como columna vertebral los desarrollos de Jan Kooiman, Profesor emérito de la Erasmus University (Países Bajos), igualmente resaltados en los trabajos de Prats i Català y de Velásquez arriba citados. A partir de dichas referencias, podemos extraer lo siguiente:
Gobierno (Gobernar – Governing), es el elemento de tipo mecánico que guía (orienta y equilibra) la interacción entre los actores políticos y sociales.
Gobernanza (Governance), es un campo sistémico (o directamente, un sistema/subsistema) con una estructura análoga al tipo electromagnético / electromecánico, en donde los distintos actores estratégicos interactúan e inciden – según sus propias magnitudes físicas vectoriales y tensoriales, dependientes de la posición en el espacio (cuál territorio) y del tiempo (cuándo y con cuál evolución) – en el funcionamiento de las reglas, en el proceso decisional y en el desenvolvimiento de los conflictos colectivos.
Gobernabilidad (Governability), es un equilibrio de tipo cibernético encontrado por el sistema para funcionar de manera estable y efectiva, en donde se verifica una retroalimentación (feedback) entre las demandas sociales (lo que la sociedad requiere, en su sentido más abarcativo, que denominamos inputs), la interacción entre los actores estratégicos, la actuación y desenvolvimiento de conflictos y el procedimiento de toma de decisiones (que denominamos processing), y la implementación de la decisión y sus resultados (que denominamos output).
Cabe precisar que, en estado bruto, tanto Gobernanza como Gobernabilidad no implican necesariamente ni bienestar general sustentable, ni desarrollo humano. Esa es quizás la razón por la que muchos gobiernos – autoritarios o simplemente extraviados, pero disimulados bajo un disfraz democrático (pseudemocracias, en el lenguaje de Linz y Lypset citado por Prats i Català) – logran permanecer muchos años antes de que la comunidad internacional les preste atención. Independientemente de las extravagancias que puedan cometer, la percepción que se tiene desde el exterior acerca del «equilibrio» del sistema, se simplifica sinonímicamente con Gobernabilidad y Gobernanza, lo cual puede perdurar hasta que la realidad, que suele ser obstinada, demuestre lo contrario.
Es natural adherir a la pregunta que se hace Prats i Català «…¿gobernabilidad para qué?…» Tal vez podríamos colocar esa pregunta al lado de otra: ¿Liderazgo, para qué?
De alguna manera, Liderazgo, Gobernabilidad y Gobernanza, están umbilicalmente vinculados. Jean Lipman-Blumen explica (en su libro «The Allure of Toxic Leaders – Why We Follow Destructive Bosses and Corrupted Politicians – And How We Can Survive Them», Oxford University Press, 2004) una tendencia todavía existente en la sociedad contemporánea a buscar características autoritarias entre líderes políticos y empresariales, debido a necesidades psicosociales personales y debilidades emocionales de los ciudadanos. El líder tóxico, señala Lipman-Blumen, persigue el poder a toda costa, carece de inhibiciones normales en su búsqueda, su preocupación se limita a expresar socialmente una respuesta adecuada sólo cuando es conveniente, denigra y explota a otros sin remordimiento, carece de valores, no acepta la responsabilidad por sus propias acciones, y sus emociones son superficiales y egocéntricas.
Tal comportamiento es aplicable a ciertos gobiernos, y en muchos casos, también a otros actores estratégicos, convirtiéndose así – al menos parcialmente, y en los términos de Lipman-Blumen – en una Gobernabilidad funcional para una Gobernanza tóxica.
Entre los principales elementos que afectan la Gobernanza y Gobernabilidad y que pueden conducir a los estados a una condición de debilidad o fragilidad, son los siguientes:
- Inexistencia de un objetivo constitutivo de fondo y de largo plazo, compartido por los actores estratégicos.
- Exacerbación de conflictividad entre los actores estratégicos, junto a un caudal ininterrumpido (nunca tregua) de espacios de conflictividad. Falta y/o alta volatilidad en las reglas de juego.
- Narcisismo, falta de sobriedad y de accountability por parte de los líderes.
- Miopía estratégica y cortoplacismo, no anticipación y postergación de medidas contra las nuevas amenazas y desafíos.
- Corrupción multidimensional, abuso de poder, impunidad.
- Subsistema de pseudemocracia, retroalimentado con desigualdades sociales y educacionales extremas, estructurales y funcionales.
- Deficiencias de coordinación e interoperatividad entre organismos del estado y de éstos con los otros actores no gubernamentales.
- Instituciones ausentes por falta de capacidad y/o recursos.
- Ausencia de parámetros y mediciones.
- Inaccesibilidad a la información.
- Desconfianza en las instituciones por parte de la ciudadanía.
- Desconfianza inter-ciudadana.
- Autorreferenciamiento, aislamiento y pérdida de puntos de referencia, alejamiento de prácticas y estándares globales.
- Asistencialismo estructural.
- Fragilización del espíritu emprendedor, de la libre iniciativa y de la cultura del esfuerzo y mérito, carencia de competitividad y desarrollo sustentable.
En suma: Gobierno, Gobernanza y Gobernabilidad, son algo así como las «3G» del funcionamiento colectivo de una sociedad. Si están al servicio del desarrollo humano, adquieren mayor significado y logran su verdadera máxima expresión.